verbobravio

“¿por qué durar es mejor que arder?” (R. Barthes) cybergubasa@yahoo.com

sábado, enero 09, 2010

El ojo voluptuoso y la mirada galvanizada

Lo que me pasó cuando fui a la presentación de Ciudad de México por azar, (2009), Jem Cohen

Es de noche y es agosto, hace frío en Santiago, en el marco del SANFIC vamos a ver el último trabajo de Jem Cohen en una versión que ha sido especialmente editada para el Festival que incluye una narración en off.

La función es con invitación, está fuera de programa. Llegamos, hacemos la cola. Mucha gente y eso es bueno, la sala es uno de esos cines antiguos, espaciosos, con butacas de cuero y huele un poco a humedad, nos ubicamos y esperamos. Pasan unos 45 minutos (asombrosamente nadie reclama por el inicio de la función) y hace muchísimo frío.

Leo el catálogo para ponerme en tema. Este trabajo se presentó en el marco de Cinema Global, en un ciclo dedicado al cine independiente y avant garde estadounidense llamado Sub-versión. Este trabajo, el que vamos a ver, es el resultado de una residencia del autor en la Ciudad de México que incluyó Workshops con estudiantes locales y donde filmó libremente por la ciudad durante 10 días. El resultado es un espectáculo (catálogo del SANFIC dixit) con las imágenes acompañadas por música en vivo.
Cohen define la propuesta como un retrato del DF con un soundtrack en vivo, específicamente una “improvisación documental”.

Hasta acá la introducción. Desde acá, el espectador.

La mirada asombrada de un extranjero que, a pesar de presentarla como “el registro de un momento en el tiempo, un espejo conducido a través del laberinto de las calles de la ciudad”, habla de una serie de elecciones que, también, presuponen un juicio. En la edición, en la selección de esas imágenes se construye la narración, y los textos en off que acompañan las imágenes, más aún que las anclan a las palabras también se juega una visión del mundo. Esto no está ni bien ni mal, sólo está y sería ingenuo hablar de un registro desprovisto de una intencionalidad.

La Ciudad de México es caótica, colorida y ciertamente exótica en su marginalidad y en las muestras de su religiosidad. Es algo decepcionante encontrarse, otra vez, con el sincretismo como “nota de color” eso me hace mucho ruido y es algo que no pasa por decisiones estéticas, ni por el asombro o el embelesamiento que estas realidades generan en un espectador no local (en este caso el autor). Pasa por el hecho de que al estetizarlas y ponerlas dentro del contexto de la postal exótica (independientemente de lo progresista que esa postal sea) se las vacía de conflictividad, de contenido, de historia.

Toda mirada es política y las “ciudades interesantes” con sus realidades complejas al ser documentadas o en este caso registradas en el marco de una “improvisación documental” merecen un trato más humano y menos científico (con científico me refiero a la mirada del entomólogo).

La mirada galvanizada

El tiempo asienta las sensaciones y nos permite observarnos a la distancia, será que para un espectador urbano latinoamericano particularmente para un argentino que vive en el GBA, la vistas de los mercados, los changarines (serán ellos los diableros?) que arrastran en frágiles carritos montañas imposibles de bultos es una postal recontra vista, tanto que ya ni siquiera nos interpela. Sólo con recordar la cantidad infernal de programas e informes y, por que no, de programas que sólo son informes sobre la Feria de La Salada, que siempre tienen la connotación negativa del descenso al sub-mundo de lo marginal (un detalle, el ciclo se llamaba Sub-versión) y que decir de los, también, numerosísimos informes sobre el culto a San La Muerte o los recorridos por el interior de cualquier santería con su ecléctico surtido de imágenes ya son parte de la cotidianeidad catódica y lo cotidiano ya no nos conmueve ni nos asusta.

Podría describir las imágenes que dispararon estas sensaciones, pero, en definitiva, son conocidas por todos y son muchas y muy diferentes aunque hablen siempre de los mismo.

Lo que me preocupa es pensar que la visión avant garde del cine independiente estadounidense se parece, peligrosamente, mucho a la grilla de nuestra TV. A los informes de los noticieros podemos sumar –debemos hacerlo- a programas como Policías en accíon, Calles Salvajes, los bizarrísimos programas de Gelblung, Impacto de canal 9, La Liga; y a otros que seguramente me estoy olvidando.

Ese discurso criminalizador, la superficialidad de todo abordaje, lo mismo que desde el otro extremo la visión “globalizada” de realidades ajenas y pintorescas con su cuota de ternura y comprensión, nos (me) distancian y clausuran toda posibilidad de diálogo.

La repetición de un discurso lleva a su naturalización, a aceptarlo como una verdad “natural” e inmodificable y eso más que precupante es peligroso.

Gabriela Zubiría

Etiquetas: , ,